sábado, 24 de noviembre de 2007

“AFÍRMALO EN CINCO MINUTOS… NO MAS VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES”

Con este lema la Oficina de la Procuradora de las Mujeres promueve este lunes 26 de noviembre a las 10am, una actividad en la cual por cinco minutos se leerá una proclama de denuncia y reclamo de cese de la violencia contra las mujeres. La violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones no puede justificarse, sea esta física, sexual, moral o psicológica. La violencia contra las mujeres es producto de la desigualdad de género en una sociedad que nos discrimina y nos coloca en una situación de inferioridad y subordinación frente a los hombres por el mero hecho de ser mujeres.

La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer, conocida como Convención de Belem do Pará, plantea que esta violencia surge de “las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres”. Esta violencia no es un problema individual sino más bien social.

Un tipo de violencia que pasa desapercibida en la sociedad es la violencia en el parto y en el nacimiento. En este tipo de violencia moral y muchas veces física, se utiliza la condición de madre de la mujer para violentarle sus más mínimos derechos humanos durante el embarazo y el parto. El desbalance del poder entre el médico/a y la mujer y el monopolio de la prestación de servicios del parto por parte de los/as obstetras crea una situación de indefensión entre las mujeres ante su proveedor/a. ¿Cuáles son las formas de violencia en el parto? La medicalización del parto normal con el uso excesivo de la tecnología e intervenciones quirúrgicas, la restricción de movimiento, el uso continuo del monitor electrónico, la prohibición de las doulas o acompañantes del parto, la episiotomía de rutina, la prohibición de ingerir alimento, la soledad y desamparo, la escasez de alternativas no farmacológicas para aliviar el dolor, la separación de la pareja, el rompimiento del vínculo mamá-bebé y el no permitir intentar un parto vaginal después de una cesárea son algunas de las manifestaciones de esta violencia.

Esta violencia no se mide y no se toma en consideración el efecto perjudicial que tendrá en la díada. Como bien señalaran los autores del video “Callate y pujá” – La violencia ejercida en cada nacimiento sigue sembrando la violencia en el mundo. La violencia en el parto no es un asunto privado, ya que se trata de una violación de nuestros Derechos Humanos. El estado está obligado a garantizarnos a todas el derecho a tener un parto libre de violencia en donde se nos permita tomar decisiones informadas, sin presiones ni atropellos. En donde se respeten estas decisiones y no se juegue con nuestros sentimientos.

Recordemos las palabras de la activista y escritora Suzanne Arms: “Sí anhelamos crear un mundo sin violencia donde el respeto y la ternura logren reemplazar el miedo y el odio, debemos comenzar con el trato que nos damos al comienzo de la vida. Pues es ahí donde se cimientan nuestros patrones más profundos. A través de estas raíces crece el temor y la enajenación o el amor y la confianza.”

Nos unimos a esta campaña en contra de la violencia y los/as exhortamos a que afirmen en cinco minutos TODOS los días… ¡NO MAS VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN EL PARTO!”

Ana M. Parrilla Rodríguez, MD, MPH, FABM

Fuentes:
http://www.promani.org/
http://www.elpartoesnuestro.es/
http://www.motherfriendly.org/
http://www.iidh.ed.cr/documentos/pedagogicasorganismos/cefemina%20costa%20rica.htm

Este trabajo por Ana M. Parrilla-Rodríguez tiene una licencia bajo Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported (CC BY-NC-ND 3.0)

jueves, 8 de noviembre de 2007

En peligro el inicio de la lactancia

En los últimos años he oído muchos testimonios de madres con dificultad para iniciar la lactancia debido a los problemas relacionados con la medicalización excesiva del parto. La evidencia científica señala que la medicalización del proceso reproductivo afecta el inicio de la lactancia. Muchas de las prácticas médicas utilizadas por nuestros obstetras pueden tener un efecto negativo sobre el inicio y mantenimiento de una lactancia exitosa. Toda vez que algunas de esas prácticas no están basadas en evidencia científica, su uso a menudo excesivo en nuestro medio ambiente requiere que la madre se prepare para dialogar con su proveedor obstétrico sobre la preferencia de ésta en cuanto a su utilización.

Una parte esencial de la preparación de una madre para amamantar es el apoderamiento de ésta para recuperar el protagonismo que le corresponde en la realización de su parto. La medicina paternalista, donde el proveedor toma las decisiones unilateralmente, debe quedarse en el siglo pasado. En el nuevo milenio, la mujer debe retomar el control del proceso reproductivo. La óptima relación entre el médico y la madre embarazada debe ser una de colaboración y participación en la toma de decisiones. Los beneficios para ambas partes de este modelo han quedado demostrados.

La elevada tasa de cesáreas, el uso rutinario del monitor electrónico, las inducciones electivas, el uso de analgesia/anestesia farmacológica, el uso indiscriminado de la episiotomía, y la separación de la madre y su bebé son algunas de la prácticas que pueden afectar la lactancia. Esto unido a las pocas destrezas y conocimientos que tienen los proveedores hospitalarios de salud para ayudar a la madre son los responsables de que muchas madres no den el pecho a sus bebés en el hospital o lo den de forma parcial.

En nuestro país existen leyes que protegen el derecho de la madre a alimentar a su bebé con su leche como lo es la ley 79 de 2004, la cual prohíbe el suministro de sucedáneos de la leche materna a los recién nacidos, en los hospitales, a no ser por indicación médica o consentimiento de la madre. Contamos a además con la ley 156 de 2006 que requiere entre otras cosas que se provean alternativas que protejan tanto a la madre como a su bebé en sus aspectos físicos, biológicos y psicológicos. Refuerza además la política pública de la lactancia, reiterando la obligación de orientar a la madre y al padre sobre los beneficios del amamantamiento. También se garantiza el alojamiento conjunto de la madre y su recién nacido en la institución hospitalaria donde tuvo lugar el parto, y el respeto a la decisión de la mujer de proveer como único alimento para su bebé la leche materna.

La vigilancia del cumplimiento de estas leyes no ha sido efectiva y muchas madres y padres no tienen los recursos para radicar las querellas y validar sus derechos con las autoridades correspondientes. Hasta que el estado no haga que estas leyes se cumplan a cabalidad el inicio de la lactancia y el parto humanizado estarán en peligro.
Ana M. Parrilla Rodríguez, MD, MPH, FABM